A pocas semanas de conocerse los galardonados con las
estatuillas del Oscar, son varios los vaticinios que apuntan a seguros
ganadores, así como grandes sorpresas de la noche, siendo de rutilante
reconocimiento las grandes producciones o los grandes méritos del cine
independiente, que año tras año se posiciona en lo más alto de los
reconocimientos del celuloide, dando alternativas a aquellos espectadores,
ávidos de contenidos que puedan albergar en los anales de su espíritu cinéfilo.
Haciendo un recorrido por las diferentes categorías que
serán premiadas la noche del 28 de febrero, suelo detenerme con especial
atención en dos de ellas: mejor película de habla no inglesa y mejor documental. Las razones son variadas, pero la principal
es el interés y esteticismo que recogen las producciones incluidas en estas
categorías, siendo en el primer caso, películas que llegan con reconocido
palmarés gracias a sus exitosos recorridos en los diferentes festivales de cine
del mundo, y los segundos, tal como su mismo nombre lo reconoce, se convierten
en memoria instantánea de diferentes realidades, que muchas veces pasan
desapercibidas, pero que gracias a arduas labores investigativas, sacan a
relucir situaciones para muchos desconocidas, pero llenas de asombro y, muchas
veces de horror.
En esta ocasión, me quiero detener especialmente en la
categoría de documentales, puesto que, si bien en el otro apartado tenemos por
primera vez una producción colombiana, hecho que nos llena de orgullo
inimaginable a quienes amamos este arte y que pensamos nunca ver tal suceso en
este país, quisiera compartir el impacto que me han generado, como generalmente
suelen hacerlo, tres documentales de los cinco en competencia.
En primer lugar, quisiera dar un especial reconocimiento a
Netflix, plataforma de entretenimiento que dentro de su plantilla de
contenidos, cuenta con una amplia lista de documentales, en su gran mayoría de
gran calidad, y que para este año, tiene en su parrilla tres de los
documentales nominados, como lo son: “Amy”, “What happened, Miss Simone?” y “Cartel
land”, siendo las dos primeras de corte musical y la última un reflejo de una
realidad que si bien se basa en el caso mexicano y en general, de lo acontecido
en las zonas fronterizas con Estado Unidos, tiene fiel identidad con el caso
colombiano, donde el flagelo del narcotráfico y una guerra interna que se
denota interminable, desangran día a día a esta sociedad.
“Amy”, es un retrato intimista del director Asif Kapadia,
recordado por “Senna”, un maravilloso documental que trae consigo la vida,
proezas y muerte, del que para muchos ha sido de los mejores corredores de
Fórmula Uno de la historia, y cuyo recurso de retrotraer archivos fílmicos
íntimos y ahondar en la humanidad del personaje, más que en el personaje
reconocido que se convirtió, dieron a luz un material obligatorio para los
amantes del deporte en general y que en el caso de Amy, son la base para contar
una historia fugaz de una estrella venida a menos, en un lapso tan corto pero tan
sustancioso, que al igual que con Ayrton, termina convirtiéndolos en leyendas.
Amy Winehouse, pasó en 2011, a ese irónicamente selecto club
de leyendas que encontraron su final a los 27 años, dejando tras de sí un
legado musical imposible de borrar, acompañados de excesos y virtuosismo, que
finalmente les pasarían cuenta de cobro en episodios trágicos que tan de
repente como llegaron, son arrancados del mundo al que llegaron, así como de
los miles de fans que los convierten en objetos de idolatría, aún más allá de
su muerte.
Tras sus inicios a muy temprana edad, con una voz
impresionante, que de inmediato hizo eco en los grandes productores musicales
del reino unido, este trabajo muestra un vertiginoso ascenso de una
adolescente, que si bien tenía como eje de su vida a la música, nunca imaginó
que el éxito chocaría abruptamente con ella en tan poco tiempo, haciendo un
constante paralelo entre la música y la mujer, entre la leyenda y el ser
humano, que justamente la ausencia de humanidad, sería su abismo en el cual
cayó y cayó, para nunca más salir de él.
Una adolescente con problemas y experiencias comunes de los
adolescentes británicos de las últimas décadas, compartía con sus inseparables
amigos, que serían su familia en su recorrido al estrellato y que del mismo
modo, fueron el refugio de sus momentos de depresión, rodeándola de sustancias
que fueran un atajo a su sufrimiento, sufrimiento propio de una generación sin
horizonte, que hace del presente su única etapa en la vida y que ven el futuro
tan lejano que gastan su existencia por completo en el hoy.
Con la intervención de varias de las personas que la
rodearon, apareciendo como voz en off mientras se proyectan imágenes de
archivo, hasta entonces desconocidas para el público, muestran al ser humano
que se convertiría en estrella orbital, desnudándola de rumores y mostrando a
los espectadores una verdad, versión del director, que como tal, permite a
quien lo vea, asumir una posición de odio o amor, pero nunca de indiferencia,
tal como sucedería con su familia, quienes al ver el producto final, rechazaron
en gran parte su contenido por sentir que manipulaban la imagen de Amy
Winehouse, mostrando más su declive que su esfuerzo y su éxito.
"What happened Miss Simone?", frase que pronunciara Maya Angelou en una entrevista a la reconocida cantante Afroamericana, es el pilar para un trabajo que lleva consigo, un recorrido, un poco menos elaborado que el del documental "Amy", en la vida de Nina Simone, un referente inmediato en cuanto a la historia musical americana se refiere, así como a la lucha por los derechos civiles en la década de los 60, lucha que llevaría hasta los límites de la cordura.
Netflix, aparte de ser un servicio de televisión por streaming, desde hace poco tiempo se ha convertido en productora de sus propios productos, desde series, películas, llegando a documentales, que en este caso le ha valido una nominación al Oscar, pero que en la carrera se ve como un débil oponente, no solo por los competidores que tiene, sino porque el enfoque dado por la directora Liz Garbus, nominada ya en 1999 a un premio de la Academia por el documental "The farm: Angola, USA", no permite ahondar en la vida de una artista, generadora de un sinnúmero de historias, quedándose simplemente en un cúmulo de entrevistas, especialmente con la hija de Nina Simone, quienes internan al espectador en la artista, la cantante, la activista, la inexistente madre, aquella persona quien fuera un desbordante mar de emociones en el escenario, y que, tal como lo mencionara su hija, no abandonaba su rol allí, sino lo llevaba en cada espacio de su vida, incluyendo su propio hogar.
De niña prodigio de la música a mujer hermitaña, desconectada de la realidad debido a una eterna lucha contra el establecimiento, del cual promulgaba un completo desconocimiento de los derechos civiles, llevando su protesta al impago de impuestos, hecho que la hicieran una convicta en su país, obligándola a huir a diferentes lugares del mundo, encontrando finalmente su lugar en Francia, el documental no termina de abarcar esa lucha desigual, tanto interna como externa, que como conclusión, terminaría venciéndola en su intención, pero inmortalizándola a los ojos de los miles y miles de fanáticos de su música.
Ahora, pasando de dos virtuosas de la música, con sus propias victorias y sus lamentables tragedias, llegamos a "Cartel land", un trabajo supremamente duro, terriblemente veraz y dolorosamente propio de nuestra cultura, donde al igual que en México, el narcotráfico, la corrupción y la violencia despiadada, van formando sociedades indolentes, donde la muerte no impresiona sino que habita como vecina de quienes todos los días, ven mares de sangre derramándose por sus pies, sin nada más que hacer que llorar a sus parientes asesinados.
Matthew Heineman, a diferencia de usar las imágenes de archivo, los recuerdos y la nostalgia, para contar su historia, tal como sucede en los dos documentales ya comentados, va construyendo su historia en el camino, inmiscuyéndose en dos historias que en un principio quieren marcarse como paralelos de un flagelo en los dos costados de la frontera, terminan siendo totalmente disímiles, hasta entenderse casi como dos historias ajenas una de la otra, entendiendo el fenómeno de los grupos armados como algo más complejo que el fenómeno que el director quiso retratar y que al final, termina sacando un solo protagonista, luciendo de sobra la historia contada del lado gringo de la frontera, situación que le baja calidad al esfuerzo realizado al intentar exponer con mucha crudeza un problema con un único responsable: el Gobierno.
Dejando de lado la historia de "rednecks" justicieros, aburrida y sin mucho que dar de sí, nos remitimos a la historia del Doctor José Manuel Mireles, un reconocido médico residente del Estado de Michoacán, ubicado en zona fornteriza con los Estados Unidos y lugar de nacimiento de varios de los más temibles grupos criminales de la historia reciente mexicana, como lo son el cartel de los zetas y los caballeros templarios, grupos de narcotraficantes que gracias a una corrupción campante y admitida por los pobladores, fungieron como caldo de cultivo para esta economía paralela, que según publicaciones especializadas, deja los réditos suficientes para poner a sus líderes en las listas de las personas más ricas del mundo, con patrimonios incalculables, defendidos con el terror como único mecanismo para imponer su poder.
El doctor Mireles, cansado de la delincuencia y el miedo impuesto por los caballeros templarios en su ciudad, decide conformar un grupo de autodefensa en la región, armando a civiles que como el, buscaban detener a los facinerosos y vengar los hechos de los que habían sido víctimas, ya fueran por el homicidio de un ser querido, el robo, la extorsión o la violación de sus madres, hijas y esposas, entendiendo de antemano que la presencia de autoridad es nula, siendo impuesta la ley del más fuerte, es decir, quien con sus armas pueda imponer a sangre y fuego sus propias reglas, tal como lo habían hecho los grupos criminales en los últimos años, valiéndose de la pobreza y extremas necesidades de los pobladores de los lugares donde estaban localizados.
Este grupo paramilitar fue ganando acogida entre los ciudadanos, sumando cada vez más integrantes, con armas cada vez más poderosas y con acciones cada vez más certeras en contra de la delincuencia, dándole a los pueblos una aparente calma, pero a su vez, un nuevo temor por cuanto el Gobierno finalmente decide intervenir, no para acabar con los carteles reconocidos, sino para detener el fenómeno social, que para entonces resultaba como única opción para sobrevivir en medio de las balas, las mutilaciones y los horrores de todos los días.
Pero como es bien sabido, experiencias como ésta, nunca tienen un final feliz, porque en el lugar donde habían exterminado a los carteles, ahora los propios paramilitares imponían sus reglas y su poder, revictimizando a los pobladores, llevándolos a un ciclo sin fin de violencia, donde el narcotráfico surge como único medio de sustento, interviniendo hombres, mujeres y niños, en cada una de las etapas de la cadena de producción, siempre bajo la aquiescencia de un Gobierno corrupto, quien al final, tal como se ha mencionado, termina siendo el real villano de la historia, reviviendo temores ya vividos en Colombia, donde el fenómeno paramilitar, enquistó lo más alto del poder público, gracias a los índices altísimos de un flagelo que es la verdadera raíz de toda violencia: la corrupción.
El documental siempre será una de mis más acertadas sugerencias al momento de acercarse al cine, eso sí, en lugares diferentes a las salas, siendo las plataformas digitales como Netflix o Youtube, las mejores opciones al momento de verlos, gracias a que su valor termina siendo de un orden superior al de las películas en sí, pues sonados son los casos en que estas obras han servido para realizar cambios impresionantes en la historia, o iniciar debates sobre temas que habían pasado desapercibidas, pero gracias al marco que les dan, se vuelven de vital importancia en la opinión pública.
Hay dos documentales más que hacen parte de esta categoría, de los cuales, uno de ellos también se puede encontrar en Netflix, y cuando pueda apreciarlo, también lo comentaré en su momento: Winter on Fire, el cual narra los movimientos sociales ocurridos en Ucrania durante 2013 y 2014, que terminaron con la caída del presidente Viktor Yanukovich; y el otro, titulado "The look of silence", que resulta ser la continuación de un famoso documental, también dirigido por Joshua Oppenheimer, llamado "The act of killing", y que llevan a la pantalla uno de los eventos más dolorosos de la historia como fueron los episodios ocurridos en Indonesia, donde a causa de un régimen militar, ocurrieron miles de asesinatos, llevados a cabo a través de los medios más crueles e inhumanos que se pudieran imaginar, esta vez vistos con una óptica completamente diferente, donde la confrontación con la realidad, lleva a reflexionar sobre las verdaderas razones de llevar a cabo los hechos ya mencionados, confrontación que en "The act of silence", pone frente a frente a víctima y victimario, siendo un experimento valioso en momentos en que el conflicto que ha golpeado al país por más de cincuenta años, parece llegar a su fin, por lo menos con uno de sus actores más reconocidos.
Hablando en términos de apuestas de cara a los Oscar, veo a "Amy" y a "The act of silence" como firmes contendientes a llevarse el galardón, teniendo un poco de delantera 2Amy", gracias a su reconocimiento como ícono de la cultura pop y al histórico acomodo de la Academia, la cual no gusta de historias que susciten amplios debates o generen grandes polémicas.
Para terminar, los invito a ver documentales, nos ayudan a abrir nuestra mente, a ver la realidad desde otra perspectiva y a dudar de todo aquello que creíamos suficiente para nuestro conocimiento.
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