jueves, 5 de marzo de 2015

PREMIOS ÓSCAR 2015: EL CINE INDEPENDIENTE IMPONE SU LUGAR EN HOLLYWOOD




Para nadie es un secreto que dadas las libertades creativas que se otorgan en el cine independiente, aún se conserva ese tan discutido mote de arte que ostenta el cine, debido a la fuerte influencia de los grandes presupuestos invertidos por la industria cinematográfica en producir películas que, más que una muestra de sincronía entre belleza y emocionalidad, terminan convirtiéndose en herramientas efectivas apara recaudar millones y millones de dólares en taquilla, que si bien son saludables para sus propias arcas, van en desmedro del buen gusto y de la atracción de quienes como sommelier, buscan adentrarse en cepas exquisitas que habiten perdurablemente en sus sentidos.

Pues bien, la entrega número 87 de la estatuilla más codiciada del circuito de premios que reconocen al séptimo arte, tuvo lugar el pasado 22 de febrero, con su acostumbrada fanfarria y pomposidad, la cual en ocasiones, en especial para algunos puristas, demerita el objetivo de los premios por darle más relevancia a la celebridad, apreciación que no es lejana de la realidad, pero que para este servidor, es una elemento que suma en interés y en proyección mediática a lo que año tras año esperamos con ansia, conocer cuál fue la mejor película del año.

El encargado de llevar las riendas de la conducción de esta velada fue el polifacético Neil Patrick Harris, antiguo Md. Doogie Houser, hoy Barney Stinson, reconocido en el medio artístico por sus fuertes dotes histriónicas y por haber conducido con un mediano éxito algunas entregas de los premios Tony, que reconocen lo mejor del teatro, pero que a tono de maldición, no colmó las expectativas de quienes inicialmente creíamos que podía tomar el bastión dejado por Billy Cristal, en años recientes, como conductor de la ceremonia de premiación, viéndose este año superado por una imposición casi generalizada de convertir alguna de sus gracias en viral dentro de las redes sociales, tal como lo hiciere Ellen DeGeneris con su famosa selfie, infructuosamente  intentándolo con la representación de una escena de la galardonada Birdman, al hacer una presentación en unos ajustados calzoncillos blancos.  Hasta ahí lo que quedó por contar del host de este año.

Ya en el plano importante, el de los premios, la batalla cabeza a cabeza que libraron Boyhood y Birdman durante la temporada de premios, de la cual llevaba una leve ventaja la primera, finalmente fue ganada por la segunda, dándole a un representante latinoamericano, el primer Óscar en la categoría de mejor película, consagrando a Alejandro González Iñárritu en lo más alto del firmamento cinematográfico, después de reiteradas incursiones de alta calidad, pero que en su momento fueron superadas por otras producciones.

González Iñárritu, hizo eco de la gran influencia que Hollywood está recibiendo de grandes mentes latinoamericanas, al repetir la hazaña lograda en 2014 por Alfonso Cuarón con Gravedad en la categoría de mejor director, imponiéndose ante un favorito como lo era Richard Linklater con Boyhood, quien espero no tenga que aguardar por otros 12 años para darnos una obra maestra que para mi gusto, era la favorita en la noche del 22 de febrero, pero que terminó llevándose un reconocimiento en la categoría de mejor actriz de reparto, recibido por Patricia Arquette, quien después de varios años en el celuloide, recibió el reconocimiento que tanto esperaba, encarnando a una mujer sencilla que como tantas en este mundo, lucha de una y mil formas para sacar adelante a su familia, más allá de pretendientes abusivos y serias dificultades económicas.


Si bien Eddie Redmayne, se hizo merecedor del premio como mejor actor por La Teoría del Todo, Michael Keaton marcará este año como el favorito de multitudes por su gran interpretación como Riggan, la celebridad venida a menos con ganas de volver al estrellato, la cual le dio tanta seguridad que lo dejó finalmente con el discurso escrito, guardado en uno de los bolsillos de su smoking.

Esta entrega de los Oscar se vio empañada por una leve controversia originada en el desconocimiento por parte de la Academia, de las mujeres y las comunidades Afro, dentro de sus nominados, específicamente en el caso de Selma y en la categoría de mejor actriz, donde a decir verdad, Julianne Moore gana siendo la menos peor, pero no realizando una de sus mejores interpretaciones, la cual se puede entender como acomodada al gusto de una Academia que considera la interpretación de personajes con enfermedades graves (esclerosis lateral amiotrófica y síndrome de Alzheimer, este año) como grandes muestras de calidades actorales, aún por encima de exigencias mentales al introducirse de lleno en personajes con una complejidad superior a una discapacidad.

El momento más emotivo de la noche lo brindaron el cantante John Legend y el rapero Common con su interpretación de la canción Glory, canción original de la película Selma, cuya presentación y puesta en escena, retrataron por unos cuantos minutos la esencia de esta película, que detalla uno de los momentos cumbre en la lucha del Dr. Martin Luther King por el reconocimiento de los derechos de los afroamericanos, y que gracias a acordes llenos de música Góspel y rap, un escenario lleno de simulados manifestantes entonando a viva voz el coro de “glory”, desembocaron en una tormenta de aplausos por parte de los asistentes, quienes de pie ovacionaron la que a la postre, sería considerada como la mejor canción original, superando una favorita como lo era lost stars de Begin Again, interpretada en la ceremonia por Maroon 5, en la voz de Adam Levine, quien hizo su debut actoral en esta misma película.

Otro de los galardones que ya estaban cantados desde tiempo atrás, fue el recibido por J.K. Simmons por su papel de Fletcher en la genial Whiplash, donde al encarnar a un profesor de música, lleva al límite la búsqueda de la perfección, rozando la tiranía y el maltrato físico y psicológico, con un alumno que finalmente, entendería que para cumplir su sueño, debía renunciar a todo aquello que considerara una distracción, incluyendo su propia novia.  Cabe recordar que Whiplash se convirtió en el fenómeno de esta gala al alzarse con 3 estatuillas, incluyendo, además del recibido por mejor actor de reparto, los de mejor edición y mejor mezcla de sonido, llevando una idea que en su concepción se denota sencilla, a una obra de alta complejidad donde la belleza de la música, nuevamente se muestra bajo el telón del cruel sacrificio que deben realizar estos artistas por llegar a donde quieren llegar.

Otra de las grandes triunfadoras de la noche, aunque en categorías menos sobresalientes, fue El Gran Hotel Budapest, la magnífica obra de Wes Anderson, quien ya con una firma reconocida en cada una de sus cintas llenó de esteticismo, color y magia una historia muy bien contada, que se llevó a casa 4 de las 9 estatuillas a las que estaba nominada, pero que figuran como antesala para imponer una forma especial y muy original de hacer cine, poniendo a su director a un pase del gran reconocimiento que como cinéfilos, esperamos que reciba en un lapso no muy largo.

En cuanto a las categorías de mejor guión original y mejor guión adaptado, González Iñárritu nuevamente se hizo presente al resultar ganador en la primera categoría, junto con una cuadrilla latinoamericana, dando por entendido que ese binomio conformado con Guillermo Arriaga en la trilogía que lo lanzara al reconocimiento de Hollywood, ya hace parte del pasado y le da un fuerte impulso a su propia creatividad, sumando los talentos necesarios para llevar a cabo sus pretenciosos proyectos.  En el segundo apartado, salió victorioso Graham Moore por la adaptación del libro “Alan Turing: The enigma” del escritor Andrew Hodges, que terminó convertida en The Imitation Game, entrega que tuvo emotividad en las palabras de agradecimiento dadas por Moore a la Academia, al manifestar que debido a su condición, estuvo al borde del suicidio, situación que le ayudó a entender al protagonista de esta historia, quien en la realidad, debió enfrentar al establishment por su homosexualismo, que aún en este momento llega a desconocer la brillantez y el aporte de ciertos individuos.

Ahora, arranca la nueva tarea, empaparnos de las varias películas que lleguen a nuestras manos durante este año, que como siempre, está marcado por grandes estrenos, pero que espero, no le quiten protagonismo en las salas a producciones de calidad, que lastimosamente y si no fuera por salas especializadas, que han ido en aumento durante los últimos años en Bogotá, pasarían completamente inadvertidas, privándonos de contemplar verdaderas obras de arte, dejando eso sí, aquellas películas multitaquilleras como una buena opción para una tarde de domingo.