Dos días y
una noche (Deux jours, une nuit).
2014. Director: Jean Pierre
Dardenne y Luc Dardenne. Reparto: Marion
Cotillard (Sandra) y Fabrizio Rongione (Manu)
Un poco a
las carreras, buscando ponerme a punto para lo que será la gran gala del 22 de
febrero, he intentado ver la mayor cantidad de películas que se encuentran
nominadas a los premios Óscar, así como a aquellos premios que van marcando el
termómetro de los que será esa noche, donde si bien he podido ver grandes obras
realizadas durante el 2014, he podido, lastimosamente, llegar a una conclusión
que no es la más asidua en esta industria: 2014 no fue el año para las
interpretaciones femeninas.
Durante los
últimos dos fines de semana, tuve la oportunidad de apreciar tres de las cinco
interpretaciones que están en competencia por obtener el premio de la Academia
a mejor interpretación femenina: Perdida, Siempre Alice y Dos días y una noche,
siendo protagonizadas en su orden por Rosamund Pike, Julianne Moore y Marion
Cotillard, quedando pendientes La teoría del todo (Felicity Jones) y Wild
(Reese Witherspoon). Espero que estas
dos últimas interpretaciones puedan hacerme cambiar de opinión, porque lo visto
hasta ahora es que el premio quedará en manos de la menos mala y no de la mejor
actriz en las producciones de 2014.
En esta
reseña escribiré mis impresiones sobre Dos días y una noche (Deux jours, une
nuit), una película de los hermanos Dardenne, quienes a lo largo de su curtida
producción cinematográfica, han puesto sobre el tapete los dramas humanos
reflejados en situaciones que si bien pueden parecer sencillas, abordan los
dramas más profundos de sus protagonistas, siendo reflejo de una sociedad,
donde la hipocresía es una constante, que sirve como base para la ecuación donde
confluyen el amor al prójimo y el interés propio.
Dos días y
una noche, arranca con la historia de Sandra (Cotillard), una mujer quien
debido a un cuadro de depresión, debe abandonar temporalmente sus labores en
una empresa que produce paneles solares, encontrando que, después de enfrentar
su recuperación, debe enfrentar la decisión de los directivos quienes con base
en un estudio descubren que la labor que realizan 17 empleados puede ser
efectuada por 16, y por lo tanto, la decisión que han tomado es la de
prescindir de sus servicios bajo una fórmula que a todas luces busca enfrentar
la cruel realidad de Sandra con la de sus compañeros.
Días antes
de su reintegro, en la empresa han decidido realizar una votación, donde las
opciones a elegir son la de reincorporar a Sandra o la de obtener un bono de
€1000 Euros; los primeros resultados arrojan una decisión casi unánime por el
bono, sin embargo, alentada por una compañera y por su esposo Manu (Rongione),
recurren como último recurso a su jefe para convencerlo de realizar unas nuevas
elecciones donde la supuesta intromisión del capataz no juegue en contra de los
intereses de Sandra. El jefe acepta la
propuesta, dejando a Sandra la titánica tarea de convencer a su 16 compañeros
de trabajo que abandonen la idea de hacerse a un bono, por la idea de no
dejarla desempleada.
Llevando a
cuestas su reciente depresión y la realidad que hasta ahora la deja sin un
ingreso y dejando a su familia en una precaria situación, Sandra, siempre
apoyada por su marido, inicia durante dos días y una noche, un recorrido a
través de cada una de las casas de sus compañeros con el fin de convencerlos
que el lunes cuando voten nuevamente, su decisión sea por mantenerla a ella en
el trabajo, poniéndola en una situación casi de mendicidad, teniendo que
sortear los sentimientos encontrados de quienes ven en el bono su mejor salida
a una crisis financiera, sutilmente reflejando la situación europea, donde la
gran mayoría debe buscar trabajos alternos para llegar a cubrir los gastos del
mes.
Sandra
parece desvanecerse con cada paso que da, aunque para retornar a su trabajo
debe demostrar una fortaleza restablecida y una ausencia total de aquellos
síntomas que la alejaron inicialmente de su trabajo, siendo en este punto donde
su esposo toma relevancia, dándole constantemente la fuerza necesaria para
cumplir su tarea, esperando que después de dos días y una noche, los resultados
de la votación sean los que ella necesita para sacar adelante a su familia.
La
incursión de Marion Cotillard, ya posicionada como una de las grandes figuras
del cine mundial, en una cinta de quienes se han convertido como directores en
unos de los máximos exponentes del cine independiente como lo son los hermanos
Dardenne, resulta en un experimento que si bien, en algunos momentos arrojan
puntos altos de emotividad y despliegue histriónico, en la mayor parte de la
cinta resultan repetitivos y llegan a ser sosos para el espectador, quien si
bien llega con la idea de ver una película con un ritmo nada vertiginoso, sí busca
un desarrollo estructural de la historia, hecho que en Dos días y una noche, se
denota un poco reforzado.
Rescato de
esta cinta, así como de las otras películas de los Dardenne, su manejo de
cámara al hombro, lo cual permite compenetrarse más con las vivencias de los
protagonistas, haciéndonos partícipes del desarrollo del guión, siguiendo paso
a paso el camino recorrido por los actores, así como las emociones que
despiertan, dejando un plano más real al momento de contemplar su obra.
Tal como lo
dije al inicio de esta reseña, sin el ánimo de resultar machista, las grandes
historias del 2014 pareciera que no fueron escritas para las mujeres
desempeñando roles protagónicos, toda vez que, en este caso específico, Mario
Cotillard, siendo la gran actriz que es (Ver la vida en rosa o más
recientemente la inmigrante), no resulta exigida en ningún momento por el papel
de Sandra, resultando repetitiva, inexpresiva y lo peor de todo, haciendo un
papel por el que seguramente no será recordada.
Lo que sí
se puede ver en esta película, es el marco de la decadencia económica europea,
con una clase trabajadora cada vez más inconforme y con una pobreza latente que
constantemente toca la puerta de una sociedad que tienen que recurrir más y más
a abandonar sus principios por conseguir un sustento que muchas veces se ve
insuficiente para las crecientes necesidades de las familias, en este caso
belgas.
Dos días y
una noche resulta en una obra que puede resultar interesante para charlas de
Responsabilidad Social Corporativa, para una tarde de domingo con ganas de ver
algo diferente, pero no precisamente para buscar una historia memorable, un
papel memorable que trascienda más allá del irreductible verdugo que es el
tiempo, así como las otras películas que durante 2014 buscaron ubicar a las
mujeres en roles geniales, pero que fracasaron en su intento.
Calificación:
7/10
Nota: Contrario
a lo expuesto en esta reseña, recomiendo inmensamente ver las interpretaciones
de los cinco actores nominados en rol protagónico para la próxima entrega de los
premios Óscar, de las cuales sólo La teoría del todo ha llegado a nuestras
salas y espero que a modo de avalancha lleguen las otras cuatro películas.