jueves, 15 de octubre de 2015

LANGOSTA

Langosta (The lobster).  2015.  Director: Yorgos Lanthimos.  Reparto: Colin Farrell (David); Rachel Weisz (Mujer con miopía) y Léa Seydoux (Líder de los solitarios).



Durante este año, Bogotá se ha convertido en la ciudad soñada para nosotros los cinéfilos, rodeada mes a mes por diversos festivales cinematográficos, que gracias a su emprendimiento e interés por implantar la cultura del buen cine en los espectadores capitalinos, han traído consigo varios de los buenos trabajos que ha dejado el séptimo arte durante estos dos últimos años, películas que debido a su elaborada construcción y en algunos casos, difícil comprensión, no son aptas para una alta rotación en salas comerciales o en las pocas salas independientes que se encuentran en la ciudad, y por lo tanto surgen como una valiosa alternativa para ver, siquiera por un par de días, aquellas propuestas llenas de fantasía y realidad, que las hace memorables ante los avezados espectadores que disfrutan de lo que es diferente.

Tuve la oportunidad de asistir a la proyección de una producción a la que hace algunos meses le venía haciendo un cercano seguimiento a través de redes especializadas, proyección que agradezco de sin igual manera al Bogotá International Film Festival (BIFF), que tuvo lugar el fin de semana pasado en algunas salas de la ciudad, convocando para mi grata sorpresa, un buen número de amantes del séptimo arte, lo que augura un buen destino para la realización de más eventos de estas características, y quién quita que en un futuro, logremos posicionar uno de estos festivales dentro de los más importantes del mundo del cine. Se trataba de la película "The Lobster".  Una cinta precedida por un interesante palmarés obtenido en el Festival de Cannes y cuyo recibimiento por parte de la crítica especializada, ratificaba su calidad y acrecentaba la expectativa que sobre ella tenía.


Con un reparto interesante, con pocas estrellas y buenos actores (según la premisa vista en Birdman), llama fuertemente la atención de la participación de Colin Farrell, aquél actor irlandés que hizo su entrada en Hollywood a través de producciones de dudosa calidad, haciéndose fama de chico malo, borracho y mujeriego, quien de vez en cuando daba ciertos destellos de dotes actorales (ver In Bruges 2008), pero que de a poco se fue apagando, apareciendo en cintas de bajo presupuesto y apostando a una mirada más intimista sobre su trabajo, y que para esta ocasión, tal como ocurre en la cinta, decidió transformarse casi por completo, para dar una interpretación que fácilmente podría ponerse entre las mejores de este 2015 y que más adelante será analizada con mayor detenimiento.




Entrando en materia, Langosta muestra un escenario futurista, muy apegado al presente pero con un conflicto social, casi entendido como post apocalíptico, que recurre a un nuevo orden para tratar de recomponer los graves daños sufridos por la sociedad, que se pueden interpretar de mil formas, dependiendo de la creatividad del espectador.

David (Farrell), nos introduce al mundo del hotel, al cual llega a causa de su reciente separación, la cual lo deja en posición de solitario y que, debido a las políticas imperantes de la sociedad en ese momento, durante los próximos 45 días de su estadía, debe encontrar una pareja con la cual pueda entablar una relación sincera, teniendo como premio la posibilidad de habitar la ciudad, o caso contrario, someterse a ser convertido en un animal de su preferencia, que para el caso del protagonista, ha escogido ser convertido en una langosta.


Junto a David, varios solitarios buscan con algo de temor, a causa de la constante presión de la gerente del hotel y sus asistentes, una pareja que les permita obtener una ansiada y extraña libertad, pero del mismo modo, permite reconocer los talantes sumamente interesantes de su individualidad, factor que los hace plenamente reconocibles, pero que en un momento dado, es su valor a sacrificar en aras del resultado soñado, o menos traumático.


Para reducir el margen de error, los reglamentos son estrictos y cautelosamente exigidos, seguidos de cerca por un conjunto de colaboradores, quienes en cumplimiento de su deber, terminan desligándose de toda humanidad y terminan asimilándose más a humanoides, encargados de controlar a todos los huéspedes, en todo aspecto.




Con el fin de extender su estadía y prolongar su sentenciada metamorfosis, los huéspedes deben salir de cacería a un bosque cercano que resulta ser la antitésis del hotel que los hospeda.  Se trata del bosque de los solitarios, quienes resultan ser unos cuantos rebeldes del régimen, quienes huyen del hotel y hayan refugio en un espeso y frío bosque, solamente acompañados por un poncho, herramientas útiles en el bosque y un set de reproductor de música y audífonos, donde pueden escuchar música electrónica, la cual es su banda sonora festiva por cuanto su baile es individual y limita la oportunidad de interactuar en conjunto, o peor aún, como pareja.

Por cada solitario cazado, se extiende un día más la estadía en el hotel, dejando a aquellas presas como inmediatos sentenciados a la transformación.  Sentencia que luce despiadada, pero que en últimas resulta la menos penosa de todas las demás que se muestran a lo largo de la cinta, las mismas que finalmente, en un intento fallido por entablar una relación, arrojan a David a huir con la complicidad de una mucama, directo al bosque, donde es recibido por la líder de este peculiar grupo, y es informado sobre las que ahora serán sus reglas, las cuales resultan hasta más opresivas que las del hotel, pero que en su afán por conservar su integridad, acata sin pensar.


Con lo que no contaba David era que, en medio del bosque, encontraría a quien sería su pareja perfecta, pues no solo el gusto y los sentimientos que crecían entre ellos, eran factores esenciales en su unión, sino que un defecto común (la miopía), los hacía plenamente compatibles, requisito inexpugnable al momento de entablar una relación, pero que en este caso, representaría un inminente peligro, que terminaría llevándolo a la clandestinidad en un mundo ya clandestino de por sí.


Analizando sus opciones y en busca de tomar la mejor decisión, David arriesga todo por su nuevo amor, llevándolo más allá de lo previsto en un mundo donde las opciones son muy reducidas, donde tanto ir hacia  adelante, como ir hacia atrás, representaba un peligro inminente, peligro representado por una sociedad, donde lo que está plenamente establecido, debe ser plenamente entendido y acatado, aún si la propia identidad, debe ser su mayor acto de rebeldía.


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Esta cinta, logra inspirar el mismo sentir de sus protagonistas, donde las opciones por escoger un bando, son supremamente reducidas, donde la susceptibilidad puede verse agredida en algunos casos, como en la de varios espectadores que abandonaron la sala antes del fin de la película, o en la sensibilidad de quienes observan con pena, los incesantes cambios de una sociedad que cada vez más exige de la colectividad, dejando de lado a los individuos capaces de crear alternativas a un mundo de blanco y negro.


Es bastante interesante, ser testigos de historias románticas, que salen por completo de los esquemas requeridos por las masas, donde el espectador es obligado a pensar, donde la historia incomoda y aturde, pero que sin lugar a dudas, da la oportunidad de tomar partido en la historia y nos llega a poner en los zapatos de los interpretes, que en esta ocasión, han tenido en Colin Farrell, un fuerte timonel que lleva la historia al rumbo exacto donde el director la quiere llevar.


Y es que lo hecho por el protagonista, merece un comentario adicional, por cuanto, en esta ocasión se busca la marca registrada para la obtención de alguna estatuilla en la temporada de premios, ya que de aquél galán, es muy poco lo que queda, sin necesidad de tornarse en un ser monstruoso o repugnable, sino convirtiéndose en un personaje tan común que pareciese, puede ser cualquiera de nosotros, siendo este un punto a favor del director, quien hace de los personajes de esta película, unos seres tan próximos, tan palpables, que da la sensación de querernos introducir en el hotel o en el bosque, haciéndonos decidir en qué animal nos queremos convertir.


The lobster, es una propuesta es una excelente propuesta que explora varios de los aspectos más descabellados de la humanidad, nos pone a pensar sobre el sofisma de una sociedad perfecta, y hace de la felicidad un factor tan obligado, que la mejor fórmula para escapara de ese modelo de comunidad es la de no ser feliz, si para serlo, merece sacrificar todo lo quisimos ser por lo que otros quieran que seamos.




"...Cuando movemos nuestra cabeza hacia la izquierda, significa: Te amo más que a nada en el mundo.  Cuando movemos la cabeza hacia la derecho, significa: peligro..."

Calificación: 8/10