miércoles, 29 de enero de 2014

EL CLUB DE LOS DESAHUCIADOS

El club de los desahuciados (Dallas buyers club).  2013.  Director: Jean-Marc Vallée.  Reparto: Matthew McConaughey (Ron Woodroof); Jared Leto (Rayon) y Jennifer Garner (Eve Saks).



Continuando con las aspirantes al premio Óscar por mejor película, decidí aprovechar la llegada de una de las películas que en diversos medios ha sido catalogada como una de las mejores del 2013, y que de por sí, guardaba grandes expectativas para verla, debido a que guarda uno de los elementos que más observo al momento de ir a cine: es una gran historia, añadiéndole el hecho que se basa en hechos tomados de una realidad, que por más que se observa, siempre le lleva la delantera hasta a las historias más fantasiosas que cualquier creador de este bello arte, pueda dimensionar.

El turno este fin de semana fue para “El club de los desahuciados”, otra perla de la traducción al castellano de aquellos títulos que al parecer, por cuestiones de marketing, no podrían ser atractivos para los espectadores hispanoparlantes (el título original es Dallas Buyers Club “el club de compradores de Dallas), pero, pese a este acostumbrado gazapo, la historia me había atraído desde meses atrás, y no dudé en correr a las salas de cine desde el momento que me enteré que ya se encontraba en las carteleras locales.

Sea esta la ocasión para hacer paréntesis a la reseña de la película que nos acoge en esta ocasión, pero no puedo pasar por alto un hecho que me dejó gratamente sorprendido antes del inicio de esta cinta, pues muchos recordarán que como antesala a la función principal, por disposición legal se debe emitir un cortometraje nacional, el cual en muchas ocasiones terminaba siendo propaganda barata de algunos personajes, o insoportables secuencias animadas con las que los espectadores éramos torturados.  Esta vez ocurrió algo fuera de lo común, fuimos testigos de un corto titulado “los retratos”, que de inmediato captó mi atención por su autenticidad, calidad, historia y principalmente por su protagonista, una abuelita de una dulzura inexplicable, que bordeaba los 80 años y guardaba en su ser todo el peso de la mujer colombiana, sencilla, pero llena de miles de virtudes, en pocas palabras, un corto que recomiendo ver y que serviría de anestesia para la crudeza de la cinta que nos disponíamos a ver.

Continuando con la película, valga decir que el palmarés que la antecede, da buen recaudo de lo que iríamos a contemplar, pues si de algo estoy seguro es que en muchas ocasiones, las películas cuyos actores terminan destacándose y son reconocidos por los diferentes premios al séptimo arte, terminan siendo grandes películas, que casi siempre, son más recordadas que las mismas películas que fueron galardonadas con las estatuillas a mejor película y Dallas Buyers Club trae consigo a dos actores quienes se han llevado todos los premios otorgados hasta el momento en las categorías de mejor actor principal y mejor actor de reparto, situación que analizaré más adelante.

La historia inicia con un hombre sin el más mínimo recato, vaquero de rodeo, apostador, alcohólico, drogadicto y homófobo empedernido, quien lleva una vida sin rumbo alguno, siendo despreciable para la sociedad y sólo comprendido por sus similares, de quienes no se guarda esperanza alguna.  Este hombre llamado Ron Woodroof (McConaughey), pasa sus días entre prostitutas, alcohol y cocaína, disfrutando a diestra y siniestra del sexo, olvidando por completo los cuidados mínimos que por su estilo de vida debería tener.

Un accidente de trabajo, desata lo que entonces, se convertiría en la peor tormenta que pudiera atravesar.  Aturdido, se despierta en un hospital local, donde descarnadamente recibe la noticia de que es el portador de una de las peores enfermedades del último siglo.  Ron estaba contagiado con el virus del VIH, lo cual había desencadenado el SIDA en su organismo, enfermedad que para la época en que se desarrolla la historia (y muchas veces también en nuestro tiempo), era identificada como una enfermedad exclusiva de la población homosexual, lo cual el protagonista rechaza tajantemente, no sin antes enterarse que por el desconocimiento de la enfermedad, sólo le quedan 30 días más de vida.

Los únicos estudios farmacéuticos adelantados para ese entonces y aprobados por la FDA (Food and Drug Administration), una organización gubernamental que autoriza la venta y distribución de medicamentos y alimentos en el territorio de los Estados Unidos, daban como resultado un componente que supuestamente, reducía el efecto de la enfermedad, pero que por sus compuestos, atacaba directamente todo el organismo del paciente, dejándolo sin defensas y prácticamente acelerando su muerte.


Ron, en su afán por recuperar lo poco que le quedaba de vida, accede de forma fraudulenta a este medicamento, el cual, después de unas semanas, estaba acabando por completo con su salud, pero en su persistencia, obtiene un dato que cambiaría toda su órbita, pues al otro lado de la frontera,  se estaba probando con éxito un coctel de sustancias que combinando químicos con productos orgánicos, estaban presentando buenos resultados en el tratamiento del SIDA, motivo suficiente para explorar esas tierras y comprobar por sí mismo la efectividad de aquellos medicamentos.

Justo antes de volver a su país, brilla en él una idea que lo podría beneficiar mucho económica y físicamente, decide llevar consigo una gran carga de medicamentos y venderlos en su ciudad a todas aquellas personas que sufren de SIDA y que no hallaban cura a su mal.  La idea le resulta muy productiva, no sin antes enfrentar a las autoridades aduaneras gringas, así como a sus prejuicios, los cuales al enfrentarlos por necesidad, lo acercan a quien se convertiría en su principal socio en el negocio.  Llega entonces Rayon (Leto), un entrañable e inolvidable travesti, quien vive de cerca el sufrimiento de muchas personas infectadas con el virus y rechazadas, no sólo por su condición de enfermos, sino por su tendencia sexual, la cual resulta para una sociedad retrograda, más infecciosa que el mismo SIDA.

Con el crecer del negocio, crecen los problemas y empieza una guerra sin cuartel contra la FDA, quienes en una evidente toma de decisiones comerciales, prefiere autorizar un medicamento que resulta veneno para los portadores del virus, pero es muy lucrativo para la empresa farmacéutica que lo distribuye, motivo que hace de Ron el principal enemigo de un Estado que se observa contrario al bien de personas discriminadas y desahuciadas.

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Como ven, la historia es sumamente atractiva, de hecho, en este momento siento que me quedan muchas más cosas por contar en la sinopsis, pero prefiero que ustedes mismo sean testigos de esta increíble película. Por ahora, es necesario afirmar la preferencia que han tenido los diferentes premios del séptimo arte por los dos personajes de esta película, porque finalmente, después de ser encasillado como un actor de comedias románticas o de películas que sólo lo usaban como galán, Matthew McConaughey decidió arriesgar en su carrera actoral, se deshizo de sus músculos y su bronceado y decidió encarnar con el alma un personaje que lo vuelve irreconocible y que atrae la atención no por su apariencia, sino por la interpretación magistral que hace de un personaje de la vida real, que en más de una ocasión, llega hasta el punto más neurálgico del espectador, haciéndolo pasar del desprecio a la más grande admiración, por su espíritu combativo y por querer entrar de una vez por todas en la meca de los grandes actores.

Un punto aparte merece la actuación de Jared Leto, sencillamente deslumbrante.  Todo un camaleón que se transforma por completo y que enamora hasta al más conservador homófobo de los espectadores.  Su rol se constituye como el eje principal de la trama que lleva la historia en sí, porque en él se refleja el dolor, la segregación y la más increíble lucha por salir de un infierno que él y la sociedad han labrado.  Esto hace de Jared Leto un firme competidor, sino ganador anticipado de todos los elogios y estatuillas que le puedan conceder, no sólo porque le da un estatus especial a la condición que refleja en la pantalla, sino porque se torna inolvidable en las mentes de todos los que amamos el cine.

Un punto interesante de esta película, y que es el gran acierto que ha tenido Jean-Marc Vallée en su carrera, es el de desatar polémica a través del duelo moral que enfrentan sus historias, duelo que se desarrolla intensamente a lo largo de la cinta, que llega a incomodar al espectador en una forma intelectual, recorriendo los límites del bien y del mal, tratando de justificar lo injustificable, pero con razones totalmente valederas y de altísimo contenido ético, en el hecho de convertir en negocio la única probabilidad de vida que pueden tener los portadores del virus, pero sabiendo los esfuerzos que hace el protagonista, en primer lugar por salvar su vida y en segundo lugar por darles una opción a otros enfermos, por una módica suma de dinero.

Así, entre dilemas éticos, entre repulsión y amor, se desarrolla esta cinta nominada a 6 premios Oscar, de los cuales vaticino se llevará dos (Mejor actor y mejor actor de reparto), salvo que algo extraordinario ocurra.  Una historia muy bien contada, que muestra la famosa lucha de David contra Goliat, pero que en esta ocasión, Goliat arrasa con un antihéroe, al cual muchos deseamos ver vencedor, pero que sólo se hace ganador en pequeñas batallas, situación que, si bien no afecta la calidad de la película, no termina de dejar incomodidad en quienes generalmente, buscan ver a un protagonista victorioso, aunque su mayor victoria fue contra los 30 días de vida que inicialmente le habían dado después del diagnóstico.



Welcome to the Dallas Buyers Club!

Calificación: 8/10

Nota: Si bien es una buena cinta, recomiendo para quienes quieran explorar algo más del director Jean-Marc Vallée, vean C.R.A.Z.Y, toda una obra maestra y para mí, una de las mejores películas que he visto en mi vida.

lunes, 20 de enero de 2014

ESCÁNDALO AMERICANO

Escándalo americano (American Hustle).  2013.  Director: David O. Russell.  Reparto: Cristian Bale (Irving Rosenfeld); Bradley Cooper (Richie DiMaso); Amy Adams (Sydney Prosser) y Jennifer Lawrence (Rosalyn Rosenfeld).


Llega nuevamente la época más esperada por todos los amantes del cine, la época en que se reconocen los logros alcanzados por todos aquellos sujetos que con su trabajo, imprimen en la pantalla grande todos nuestros sueños, deseos y fantasías, sacándonos de la rutina, plasmando un mundo en el que todos, en algún momento, hemos querido vivir.

La carrera por los premios Óscar ya arrancó.  La primera gran velada se dio con la entrega de los Globos de Oro, donde se pudo observar que este año, la lucha va a estar muy pareja y no hay un contendiente aventajado, porque, si bien tenemos películas con varias nominaciones, no indica que en la velada del 2 de marzo, vayan a arrasar con todas las estatuillas doradas, aunque afortunadamente, este año ha ocurrido un fenómeno que recibimos con beneplácito, pues al contrario de otros años, el empate no se debe a falta de técnica, sino todo lo contrario, las películas en competencia, son de una altísima calidad, lo cual es un deleite para nuestro paladar, y por lo tanto, nos tendrá por un muy buen rato alojados en las salas de los sueños.

Para esta ocasión, arranco con una de las películas más nominadas, que para este año, acumula diez nominaciones a los premios de la Academia, apuntando a los más grandes, entre los que se encuentran mejor actor principal (Christian Bale), mejor actriz principal (Amy Admas), mejor actor de reparto (Bradley Cooper), mejor actriz de reparto (Jeniffer Lawrence), mejor director (David O. Russell) y mejor película, entre otros.

Con tal palmarés, podría predecirse que estamos en presencia de toda una joya del Séptimo Arte, sin embargo, esta joya no alcanza los kilates de una verdadera obra maestra, tal como lo veremos más adelante.


La historia se centra en Irving Rosenfeld, interpretado magistralmente por Christian Bale, de quien se menciona que subió cerca de 20 kilos para interpretar este rol, demostrando una vez más su compromiso por la excelencia en materia actoral, tal como lo ha hecho durante los últimos años.  Irving, un estafador de poca monta, producto de una sociedad descompuesta, por azares de la vida, cruza su camino con Sydney Posser (Adams), una bella y estilizada mujer, que al igual que Irving, vive de inventar apariencias que oculten su fealdad física y espiritual, tal como se puede observar al incio de la cinta, donde con un minuicioso arreglo, Irving nos demuestra que su vida es sólo un biombo donde esconde su pobre realidad.
Esta pareja, que en un inicio ajustan como anillo al dedo, inician una carrera en el bajo mundo de la estafa, mediante promesas irrisorias de cuentas en Europa que entregan altísimos intereses, así como mediante la venta de obras de arte falsificadas, actos con los cuales, van escalando posiciones, acumulando un pequeño caudal que les permite darse una vida de lujos y extravagancia, elemento éste que resalta durante las cerca de dos horas y media que dura la película, lo cual los aleja por un tiempo de sus oscuras realidades y los pone en la órbita de las agencias de seguridad gringas.

Debido a la fama adquirida, en medio de una de sus fraudulentas transacciones, se topan con el agente encubierto Richie DiMaso (Cooper), quien en medio de su avaricia y afán por adquirir reconocimiento, monta un entramado policial que busca atrapar a un sinnúmero de delincuentes de cuello blanco, usando como carnada a Irving y a Sydney, quienes debido a sus conocimientos en el bajo mundo, serán el medio por el cual el agente DiMaso, pueda lograr su cometido, aún por encima de las órdenes de sus superiores, y aún por encima de su oscura realidad, en la cual no es más que un ser repulsivo y mentiroso, escondido tras su pelo artificialmente rizado.


No teniendo más alternativa, Irving y Sydney, se someten al mandato de DiMaso, teniendo constantemente sobre ellos la incertidumbre de ser encarcelados si no cooperan con los planes de este iracundo, pretencioso y neurótico agente, quien en medio de su dañina personalidad, pone en marcha su tarea de encarcelar, en primer lugar a una d elas figuras más prominentes del Estado de New Jersey, el Alcalde Carmine Polito, quien a costa de lo que sea, busca devolver sus años de luz y gloria a una ciudad llevada por el abandono y el desempleo de sus lugareños, quienes ven en él y en su idea de regenerar la industria de las apuestas y los casinos en Atlantic City.

En medio de todo este plan, surge una mujer, quien dicho sea, me parece ya conocida en las cintas de David O. Russell.  Su nombre Rosalyn Rosenfeld (Lawrence), hermosa, neurótica, una arpía sin consciencia ni prudencia, que no sabe medir sus encantos y es un constante dolor de cabeza para Irving, pues hace parte de esa realidad que busca ocultar, una realidad donde una esposa compulsiva, descuidada y violenta, vive bajo su auspicio, sólo por el hecho de ser la progenitora del mayor amor de Irving, su hijo, quien a pesar de no tener parentesco biológico con el personaje, es merecedor de todo su cariño y amor.

Ya con todos los ingredientes, inicia la estafa maestra, la misma que Di Maso, sin escrúpulos ni autorización, torpemente lleva a cabo, siendo su única carta de salvación, la experticia de Irving, quien con maestría y el tacto propio de un empresario del crimen, teje con sumo cuidado cada uno de los elementos para llevar tras las rejas a varios políticos corruptos, teniendo no sólo resultados opuestos, sino llevando a la pareja de Sydney e Irving, a una montaña rusa de emociones, donde tanto personajes como malestares se mezclan para hacer de la trama de esta cinta, un producto complejo, exagerado y lastimosamente, en ocasiones, sin rumbo.


Escándalo americano, vuelve a poner sobre la mesa el importante aporte que en los últimos años ha realizado David O. Russell al celuloide, el cual basa en su importancia en construir elencos que una vez se ponen en marcha, funcionan al igual que un reloj suizo, teniendo siempre el máximo cuidado al elaborar sus personajes, donde siempre salen a relucir sus dotes humanas, más allá de los excesos o la complejidad de sus personalidades, tal como se ha observado en cintas anteriores como el peleador y los juegos del destino, las cuales han convertido a sus personajes en seres icónicos al momento de hablar de Hollywood.

Aunque en esta ocasión, su famosa fórmula no parece dar resultado del todo, no sólo porque si bien, el medio en que se desarrolla la cinta necesita un toque de lujos y extravagancia, llega un punto en que se denota exagerada y abultada, bajo una sinfonía de peluquines y maquillaje, que oculta tras de sí el entramado de esta historia, que si bien intenta ser una comedia negra, con humor fino y bien tratado, pierde en ocasiones al espectador al entrelazar historias, que llegan siempre a un punto de quiebre, justo antes de constituirse en escenas magistrales o de amplia recordación, lo cual hace de esta estafa maestra, un acto no tan diseñado, con pocas ideas y que al final, deja un cierto sinsabor porque, integra personajes que, aunque en un inicio se vean necesarios para la historia, terminan pasando inadvertidos y dando la sensación que sobran en la trama.

Curiosamente, uno de sus puntos a favor, también se convierte en uno de sus puntos en contra, todo porque dentro de este elenco de lujo, surge una estrella preponderante, un personaje que más que el eje de la historia, se convierte en lo más ilustrativo de este guión, haciendo que los demás protagonista, al igual que sus personajes, terminen escondidos tras esta fulgurante interpretación, todo porque vemos en esta película a un Christian Bale genial, denotando unos dotes actorales que lo ponen varios peldaños por encima del resto del elenco, aplicando a su personaje más que una peluca, una seriedad interpretativa que lleva al espectador a ver un personaje distinto en cada una de sus películas, haciéndolos no sólo creíbles sino únicos, porque este Christian Bale de Escándalo Americano, no es el mismo que vimos en The Fighter, ni es el mismo que vimos en las tres entregas de Batman, bajo la batuta de Christopher Nolan, este Christian Bale, se rediseña en cada cinta, nace para la misma y tal parece que muere con la misma, porque tal como lo he dicho, su autenticidad es única y opaca a sus compañeros, especialmente a Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, quienes, digamos la verdad, interpretan el mismo rol que hicieron hace un año en Los juegos del destino, con las mismas características, la misma neurosis y los mismos tintes, lo cual hace pensar que quedaron encasillados en una fórmula, que puede que de frutos en sus primeros años, pero que de seguro, en una próxima entrega, se sentirán tediosos y gastados.    

En medio de todo, Escándalo americano, resulta siendo una película entretenida, aunque sobre valorada, funciona como fórmula ante la Academia, la cual le reconocerá algunos méritos, pero se pierde a la hora de convertirse en una obra maestra.  Pese a lo anterior, recomiendo ver Escándalo americano para ver a Christian Bale, quien con el paso de los años, nos hace testigos de su crecimiento actoral, de su posicionamiento como uno de los actores imprescindibles al momento de montar buenas historias, dando todo de sí a su personaje, al punto de ganar 20 kilos para un rol, o perder 30 para interpretar a otro personaje, lo que deleita infinitamente a un público ávido de estrellas que ubicar en lo más alto de su firmamento.


"No eres nada para mí hasta que lo seas todo"
Calificación: 7/10
Nota: Para observar la calidad actoral de Christian Bale, sugiero complementar esta película con The fighter, dirigida por el mismo David O.Russell y con The machinist, dirigida por Brad Anderson.