martes, 1 de diciembre de 2015

ORGULLO Y ESPERANZA (PRIDE)

Orgullo y Esperanza (Pride).  2014.  Director: Matthew Warchus.  Reparto: Bill Nighy (Cliff); Imelda Stauton (Hefina) y Ben Schnetzer (Mark).


Justo cuando en Colombia se desarrolla uno de los debates más espinosos de los últimos años, en busca de los derechos equitativos de las minorías sexuales, es necesario hacer un recorrido por la historia, viendo con detenimiento la lucha librada por pequeñas comunidades, que gracias a su ímpetu y perseverancia, han ganado batallas inimaginables, tan grandes como la que poco a poco, no es que vaya dejando claros vencedores, porque al reconocer a las comunidades LGBTI, su derecho a legalizar sus uniones, a adoptar, a casarse, en sí, a formar una familia, no es un simple reconocimiento, es una deuda histórica que las mayorías tienen con seres humanos vilipendiados, agredidos, disminuidos en su ser, y que solo hasta ahora, empiezan a ser reconocidos como miembros iguales a todos los demás que componen a la población.

Uno de aquellos documentos históricos en el reconocimiento de los derechos y libertades de las minorías, es el que nos trae Pride, conocida en el país como Orgullo y Esperanza, una película basada en hechos reales, que muestran un suceso ampliamente llevado al séptimo arte, que marcó la historia del Reino Unido, la huelga de los mineros, que durante un lapso prolongado, puso en jaque al gobierno de Margaret Thatcher, y mostró al mundo, una de las caras más tristes de una próspera nación, sumida entonces en la pobreza de un sector de los ciudadanos, quienes veían cómo sus justas exigencias y su justa lucha, eran disminuidas y vilipendiadas, curiosamente, tal como ha sucedido a lo largo del tiempo con las minorías compuestas por personas gais, lesbianas, transexuales y demás.

Pride recurre a una de las fórmulas más exitosas de la comedia británica de los últimos tiempos, que es la de mostrar historias humanas a través de problemáticas de universal reconocimiento, además de llegar a las salas de nuestro país en un momento tan acertado, y que no deja de lado la discusión que se centra en estar a favor o en contra de una decisión trascendental para darle sentido real a palabras que yacen en la Constitución, pero que por mucho tiempo, sonaban a lírica perdida en los oídos de unos pocos.



La historia empieza como muchas otras historias venidas desde la Gran Bretaña, centradas en los tempranos ochentas, enarboladas por la prolongada huelga de los mineros alrededor del país, donde las noticias bombardeaban las retinas de todos los ciudadanos, donde a pesar de una mayoría indiferente, surge un inusitado interés de una comunidad diametralmente opuesta a los manifestantes, contraria a los mineros toscos, rudos y agresivos, que pese a sus diferencias, quieren apoyar la huelga.  Estamos hablando de la comunidad gay de Londres.

Mark (Schnetzer), un joven homosexual, líder de un grupo de gais y lesbianas, con un sentido social y de inconformismo bastante grande, en medio de la marcha por el orgullo gay, decide que está cansado de lo mismo, y busca por todos los rincones, una forma de ampliar su lucha social y hacer de la comunidad gay, un actor importante y de reconocimiento en la sociedad, mediante el apoyo a alguna causa, que para su gusto, debe estar casi perdida y tener tintes de imposible, tal como lucía la lucha minera.

Pese a su altruista objetivo, su apoyo es rechazado en varias ocasiones al mencionar el nombre del grupo que representa “Lesbianas y gais en apoyo a los mineros” (lesbians and gays support the miners), pero su insistencia lo llevará a toparse con un afortunado incidente que le permitirá finalmente brindar directamente el apoyo que tanto quiere dar a un grupo de mineros que tras una larga huelga, ven escasear sus recursos y así sus esfuerzos por un logro justo.


El grupo de mineros que acepta la ayuda del grupo de homosexuales, está localizado en un pequeño pueblo de Gales, rodeado por montañas y atrapado en el tiempo, donde generación tras generación, han dependido de las minas para subsistir, amparando su conocimiento en sus creencias religiosas y en su ortodoxia, propia de regiones apartadas y casi olvidadas por la civilización, liderada por un cuerpo colegiado, donde participan las personas más influyentes del pueblo, entre ellas Hefina (Stauton), una mujer de armas tomar, encargada de darle la fuerza suficiente tanto a hombres como a mujeres, siendo el bastión para no dar el brazo a torcer en la lucha; y Cliff (Nighy), un hombre solitario, amante de la poesía y memoria viva del pequeño pueblo.


Una vez se da el tan esperado encuentro de tan opuestos grupos, empieza a girar el eje dramático de la historia, recogiendo tanto los prejuicios tan enquistados en una sociedad ultra conservadora, como la resistencia a un odio sistemático, que causa una amplia prevención entre los gais y las lesbianas, que ven en los pobladores un hueso muy difícil de roer, pero que poco a poco les dará unas grandes sorpresas, encontrando comportamientos que ni siquiera en la civilizada sociedad citadina, son capaces de encontrar.

Sus costumbres, sus apariencias y sus creencias, se van sumando en busca de un bien común, teniendo en cuenta que tienen un enemigo común y que solo mediante la unión de sus esfuerzos, pueden llegar a vencer, no sin antes vencer sus propios demonios, que dan a esta película un tinte particular, donde curiosamente, a pesar de su gran elenco, no cuenta con protagonistas de primera mano, dando ese pedestal a comunidades enteras, que gracias a un guion muy bien manejado, los hace estelares rutilantes, haciendo resaltar de las individualidades, defectos y cualidades que le dan aún más brillo a esta muy buena película.

Con momentos altamente emotivos y que dan lugar a formar identidades y reconocimientos con la historia, se va desarrollando un drama íntimo, que a lo largo se denota como un simil, donde las luchas terminan siendo iguales, donde la búsqueda de antagonistas se resume, no en lo que la proyección se muestra, sino a lo que en la propia vida se vive, dando como resultado una grata experiencia y un enorme motivación, que como en los casos de estas comedias británicas, conllevan esperanza en su epílogo.


Como lo he mencionado en lo que lleva de vida este blog, el mejor resultado que puede dejar una película en un espectador es hacerlo pensar, pero hay películas que van un escalón más allá y además de hacer pensar al espectador, lo hacen sentir, lo hacen miembro activo de la trama, convirtiéndose en un personaje más, con un guion propio y un reconocimiento propio, encontrando un lugar especial en la memoria de quien las ve, un lugar que es tan amplio que además de ocupar la mente, logra ocupar el corazón, y ese lugar es el que ocupa Pride.

Su enfoque en ser un historia real recreada por la ficción, no le quita ni los tintes anecdóticos ni los dramáticos, porque hay que dejar en claro que, hay situaciones que por mucho superan la ficción, y qué más que una historia, donde dos sectores antagonistas, terminan tan unidos que hacen de las luchas ajenas, la suya propia, además, teniendo en cuenta, una puesta en escena grandiosa, que le da la relevancia suficiente a cada uno de los roles que la componen, encontrando en sí misma la gran consigna que propenden las dos luchas: justicia e igualdad.

Me di la oportunidad de ver la proyección de esta película en la última función del teatro al que asistí, viendo, como ya suele ser costumbre, que el buen cine no goza de la recepción de los consumidores del séptimo arte, el cual, tal como se ha visto en diferentes indicadores económicos, se ha convertido en Colombia en un mercado bastante lucrativo, rompiendo en el 2015 con récords de asistencia y mostrando una curva creciente en cuanto a la asistencia de espectadores a las salas, dentro de los próximos años, pero que aún sigue relegando los buenos productos a un público especializado, que con calendario en mano, debe planear con tiempo la asistencia a los teatros, antes que las películas sean removidas de las salas.


“…Cuando estás en una batalla contra un enemigo mucho más grande que tú, y descubrir que tienes un amigo que nunca pensaste que existiera, bueno, ese es el mejor sentimiento que hay en el mundo.  Muchas gracias.”

 Calificación: 8.5/10

Nota: Gracias a sus visitas y gracias a su apoyo, Sala 7 quiere ampliarse.  Quiere estar cada vez más cerca de los espectadores que como yo, han encontrado un espacio propio para hablar y degustar lo que más amamos.  Así que, en las próximas ediciones, estaré dándoles muy buenas sorpresas, porque esta Sala está abierta y tiene espacio para todos.

Estaré atento a sus comentarios, solicitudes, recomendaciones y demás en sala7blogdecine@gmail.com

Mil gracias.

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