
Finalmente llegó a la gran pantalla la tan esperada secuela de una saga que marcado varias generaciones desde su estreno por allá en 1977, y que con el paso del tiempo, se ha convertido en un referente de la cultura pop alrededor del mundo. Star Wars es una firma en sí misma, de la grandiosidad del séptimo arte, cargada de cientos de menciones expresas y tácitas en una diversidad infinita de publicaciones, calando desde las caricaturas hasta en los discursos de altos dignatarios, son muy pocos los que han quedado aislados de la magia creada por George Lucas, quien a pesar de la adversidad en su época, pudo llevar adelante esta empresa, que en estos tiempos, va acompañada de varios ceros en su cuentas.
Los miles de fans, acumulados por varios años, y manteniendo la fe, a pesar del golpe emocional ocasionado con la pobre precuela, que muy seguramente pasará al olvido, dejando la saga a partir del cuarto episodio, fueron llenando sus ansias con los diferentes anuncios que fueron llegando, iniciando con aquél que hiciera la compañía del ratón, cuando adquirió la franquicia, decidiendo producir tres películas a cargo de un director que ha ido dejando huella en el cine de ficción, así como en la televisión, y que, valga decirlo, sirve como prenda de seguridad para respetar la esencia de la obra original, hasta los avances que fueron llenando las redes sociales, recurriendo a la estrategia de la nostalgia, para atraer a espectadores de todas las edades, desde los que vieron la saga original, hasta los que escucharon en relatos de sus padres las aventuras de Luke Skywalker, Han Solo y la Princesa Leia.
Dando resultados acertados con los vaticinios que se hacían sobre su impacto en el recaudo en las salas alrededor del mundo, Star Wars: El despertar de La Fuerza, ha venido catapultándose como una empresa multimillonaria, soportada no sólo por las abultadas cifras de la venta de entradas en los cines de todo el mundo, sino por una estrategia de mercadeo bastante agresiva, donde cada espacio del mundo, se encontraba abordado por imágenes de las películas, referencias de sus personajes, o la misma expresión de "La Fuerza" y "El Lado Oscuro", que surgen como una acepción más snob de lo que normalmente se entendería como el bien y el mal, en cuanto a referencias morales y axiológicas.
Inicialmente, cabe decir que la Fuerza despertó, tiene con qué seguir ocupando ese trono tan seriamente amenazado por otras obras del género de ficción, pero que a la vista de consumidores masivos del séptimo arte, no termina de saciar su paladar, más allá de realizar observaciones técnicas en materia de cinematografía, literatura y el propio arte, pues todo indica que Star Wars, tal como otras amplias secuelas como James Bond, son obras hechas al alcance de los fanáticos, que ubican fácilmente un lugar en el gusto de las multitudes, que cada vez más son propensas a la masificación y a la ausencia de manifestaciones individuales, generadas por la moda y un marcado interés de los medios por obstruir la creatividad, ya claramente obsoleta en varias personas.
Para esta sinopsis, fue de gran ayuda hacer un breve recuerdo de la saga original (Episodio IV, V y VI), en especial del cuarto episodio, porque al contemplarlas una después de la otra, el inicio del nuevo episodio, es casi calcado del inicio del cuarto episodio, donde los rebeldes, en busca de derrocar al Imperio, tienen una información de vital importancia para este fin y que, a causa de un inminente encuentro con las fuerzas del orden fascista del Imperio, deben encomendar a un androide para que proteja esa información y la entregue a la persona indicada, solo que en la nueva entrega, ya no estamos en presencia del inolvidable R2D2 (Arturito para gran parte del público hispano parlante), sino que ahora, el encargado de la gran misión es BB8, el cual recuerda a uno de los balones de fútbol usados en los últimos campeonatos, y que ahora debe recorrer un desértico paisaje hasta cumplir su misión.
Un antihéroe, buscando reivindicar su lugar en el mundo, en un momento de arrepentimiento, busca desertar del ejército de los Storm Troopers, fieles al Imperio, con el fin de huir y encontrar su libertad, para lo cual, encuentra en el más reciente prisionero rebelde, su ruta de escape, encontrándose nada más y nada menos que con el mejor piloto de los rebeldes, quien lo ayuda con su plan, para finalmente, resultar, por azar del destino, en una misión ajena, pero que llevado por un posterior encanto, toma como suya, sumándose así a las filas enemigas de su causa principal, sin sospechar aún todo lo que esa decisión conllevaría.
Una joven mujer, solitaria, aislada del mundo, dedicada a recoger chatarra caída del espacio, sobreviviendo de intercambiar su mercancía por raciones de comida, se encuentra de repente con BB8, a quien por aquél espíritu benevolente que identifica a los héroes, decide salvar de las garras de otro mercader de chatarra, quien busca venderlo ante el único expendedor de raciones de comida, quien ya tiene conocimiento que ese androide, porta consigo información sumamente valiosa que podría afectar los intereses del Imperio, ya que la información que lleva BB8, es el mapa que da con el paradero de Luke Skywalker, el último guerrero Jedi, y el único que puede acabnar de una vez por todas con La Primera Orden, que lleva en este episodio el estandarte del mal.
Finalmente, un nuevo líder, cargado de una enorme ira (elemento esencial para pasar al lado oscuro de La Fuerza), portando un uniforme oscuro y una máscara que distorsiona su voz, haciéndola más autoritaria y misteriosa, discípulo del Supremo Líder Snoke, usa el poder de La Primera Orden, para encontrar esa información privilegiada que porta BB8, no sólo para preservar sus intereses, sino para liquidar un asunto personal, además de ostentar aquellas habilidades sobrenaturales, propias de aquellos que llevan La Fuerza dentro de sí, y cuyo surgimiento también es bastante sombrío.

Sin más que adelantar, se puede ver que el relato de esta nueva entrega, es como leer la sinopsis del cuarto episodio, el mismo que convirtió en leyenda a sus personajes e impuso a Star Wars como una marca imborrable en la historia del séptimo arte, y que por lo mismo, para los fanáticos, puede resultar bien recibida, saca del imaginario el mal sabor que dejaron las tres películas de la precuela, y vuelven a posicionar a esta historia en el mítico lugar donde siempre ha debido estar. Pero, en materia cinematográfica, donde los recursos tecnológicos y los elementos fantásticos han empezado a relucir dentro de excelentes producciones, siento que "El Despertar de la Fuerza", queda debiendo en varios aspectos de aquellos que esperábamos con ansias ver la vida de Luke, Han, la princesa Leia, Chewbacca y demás, 30 años después (tiempo en el que transcurre el episodio VII).
No hay que demeritar el gran trabajo cinematográfico realizado por J.J. Abrams, quien retomó la buena fórmula de George Lucas de grabar su película en exteriores, haciendo uso de elementos propios del teatro, reduciendo el uso del material computarizado y del fondo verde, elementos que fueron letales en las tres películas de la precuela, donde se podía observa a diestra y siniestra, el abuso de los mismos, llegando al hastío del público, que vio el triste intento de hacer de una pésima historia, algo valioso a punta de efectos especiales.
Se retoma el factor familiar que ha sido el eje fundamental de Star Wars, donde los orígenes de los personajes juegan uno de los roles esenciales en el desarrollo de la historia, haciéndolos de por sí más misteriosos y cercanos a un público que los siente propios, al intentar mediante su propio raciocinio, encontrar respuesta a aquellas preguntas que los mantienen inquietos y que se consolidan como su propia búsqueda de identidad, siendo ésto más importante que la propia victoria ante la inminente amenaza del lado oscuro por hacerse al poder del Universo.
Apunta a una fórmula infalible, y es la de poner en escena a los míticos personajes iniciales, y es así como nuevamente nos topamos con la Princesa Leia, quien a estas alturas ha decidido tener un rol más enérgico en cuanto a la causa rebelde, convirtiéndose en general del ejército que enfrenta esta batalla contra La Primera Orden. Vuelve un envejecido Han Solo, junto a su inseparable mascota "Chewie" y la legendaria nave "Millenium Falcon", que sirve de transporte accidental para Rey y Finn, los protagonistas del nuevo episodio. En fin, espacios conocidos, el sitio de confort donde se sabe que nada puede salir mal, y tal cual, nada sale mal, lo único es que este arte goza mucho de aquellos directores que abandonan esa zona de confort y toman riesgos para llevar a los espectadores, productos que se alojen en esa caja fuerte que es su memoria cinematográfica.
Es justo esa falta de asumir riesgos, lo que genera ciertas dudas de hasta dónde pudo llegar un gran director, como lo es J.J. Abrams, si hubiera tenido la libertad creativa de la que tanto se habló cuando Disney adquirió los derechos de Star Wars, hecho que de por sí, ya es una limitante al momento de ser creativo, pues es claro, tal como se ha visto en la saga de películas de las historietas de Marvel, donde si bien impactan, no arriesgan mucho y solo se encargan de dar justo en ese blanco donde los consumidores masivos, pueden estar satisfechos, sin exigir mucho.

Así que, si usted es fanático de la saga, va quedar muy bien recompensado, porque esta versión es completamente fiel a la original, de hecho, es casi una copia de la original, pero si busca un giro imprevisto, dramático y de gran carácter en la historia, creo que se quedará esperando, porque la película de por sí no da lugar a sobresaltos, y quizás, es justo eso lo que buscaban los productores, teniendo en cuenta que esta es la primera de la nueva trilogía que se viene en camino, y existe el miedo latente de fracasar, miedo que se hizo realidad con los episodios I, II y III, que tal como se ha venido diciendo, son más material de olvido, que parte de la fascinación de quienes han hecho de Star Wars, hasta su propia religión.
"Chewie, estamos en casa"
Calificación: 7/10
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